De acuerdo con el Global E-waste Monitor 2020, elaborado por la ONU, en 2019 se generaron 53,6 millones de toneladas de RAEE, y solo el 17,4% fue reciclado de manera adecuada. El resto terminó en vertederos, incinerado o tratado de forma incorrecta, liberando sustancias tóxicas al ambiente.
¿Qué son los RAEE?
Los RAEE incluyen todo dispositivo eléctrico o electrónico que ha llegado al final de su vida útil. Ejemplos comunes son:
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Computadoras y laptops
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Teléfonos móviles
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Televisores
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Impresoras
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Electrodomésticos grandes y pequeños (refrigeradoras, microondas, licuadoras)
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Baterías y accesorios
En Guatemala, donde la tasa de renovación de equipos tecnológicos ha aumentado con el auge del teletrabajo y la digitalización, la cantidad de RAEE crece cada año.
¿Por qué representan un riesgo?
Los aparatos electrónicos están fabricados con materiales valiosos como oro, cobre, aluminio y hierro. Sin embargo, también contienen sustancias peligrosas como plomo, mercurio y cadmio.
Cuando no son gestionados correctamente, pueden:
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Contaminar el agua y el suelo: una sola batería de celular puede contaminar hasta 600,000 litros de agua.
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Afectar la salud humana: la exposición a plomo o mercurio puede generar enfermedades neurológicas, renales y respiratorias.
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Incrementar la huella de carbono: el mal manejo de RAEE contribuye a emisiones de gases de efecto invernadero.
Como lo expresó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA:
“La gestión inadecuada de los desechos electrónicos representa una amenaza creciente para la salud humana y el medio ambiente. Es necesario avanzar hacia una economía circular para reducir este impacto.”
La oportunidad detrás del reciclaje
Más allá de los riesgos, los RAEE representan una gran oportunidad económica y ambiental. Según la ONU, en los residuos electrónicos generados en 2019 había metales y materiales recuperables valorados en 57 mil millones de dólares.
Empresas responsables como Recelca trabajan en:
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Recolección segura de equipos.
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Clasificación y valorización de materiales (recuperación de metales y plásticos).
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Destrucción certificada de datos para proteger la información corporativa.
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Procesos ambientalmente responsables, cumpliendo con normativas internacionales.
Ejemplo cercano: el caso de la Unión Europea
La Unión Europea, pionera en la legislación RAEE, ha implementado políticas que obligan a los fabricantes a responsabilizarse por el ciclo de vida de sus productos. Gracias a esto, países como Suecia han logrado reciclar más del 50% de sus RAEE, generando empleos verdes y reduciendo la contaminación.
Conclusión
Los RAEE no deben ser vistos solo como basura, sino como una fuente de materiales valiosos y una responsabilidad ambiental urgente. Guatemala necesita fortalecer la conciencia sobre este tema, y empresas como Recelca se convierten en aliados clave para un futuro más sostenible.
Reciclar electrónicos no es solo un acto ambiental: es una inversión en la salud, la seguridad y la economía del país.